
Soy Eduardo López uno de los pediatras intensivistas del Hospital 12 de Octubre.
Soy de Ávila y durante toda mi vida he experimentado los problemas de la España vaciada, con una insuficiente red de transportes, escasas oportunidades de trabajo y desigualdades respecto a los “sitios grandes”.
La primera vez que asistí a una llamada de un posible transporte en ECMO, no me lo podía creer. Un paciente que no se puede trasladar por su gravedad, dependía de que un equipo se organizase (con todo lo que eso conlleva de esfuerzo personal, cubrir turnos, adecuar camas) y posteriormente esperase unas horas agónicamente a que la ambulancia del hospital de origen les recogiese.
Otra vez la desigualdad respecto a tu lugar de nacimiento, yo pensaba, qué será de mis primillos pequeños abulenses, si algún día tienen que verse abocados a esta situación?
Decidí realizar la subespecialidad de cuidados intensivos pediátricos e implicarme activamente en este equipo ya que creo que es necesario establecer una justicia social para todos nuestros niños. Y lo hice con un gran esfuerzo personal, prestándome voluntariamente las veces que podía acudir a los traslados.
Recibir una llamada de transporte en ECMO cuando estás de guardia no es sencillo. Imaginar que estáis en una guardia con vuestros pacientes graves, y a las 2am suena el busca de la UCIP para avisar de un posible traslado en ECMO. Evaluar si el paciente es candidato, juntar al equipo que debe acudir, coordinarse con el hospital emisor para que inicie el transporte desde su comunidad, asegurarte de que el transporte tiene los medios necesarios y de que los conductores están dispuestos a hacer (a veces) hasta 10 horas seguidas, preparar el material, asegurar que hay sitio en tu UCIp…todo ello mientras sigues teniendo a tus pacientes y sigues llevando a cabo tu guardia.

El transporte en sí, tampoco es sencillo. Hay que ser flexibles y encontrar soluciones rápidas, ya que no todos los medios de transporte están preparados para recogernos. Tenemos problemas con la carga eléctrica de la ambulancia, problemas de espacio, compatibilidad de materiales…
Y qué decir del momento de canular a nuestros pacientes. Esas familias que casi han perdido la esperanza y el equipo de transporte en ECMO es su última opción. Esas familias por las que al final este proyecto tiene sentido.
En estos años he podido acompañar a Mireia, Ines, Brandon, Oliver, Xoel, Celia… en su camino. Hemos podido garantizar que tenían al menos una última oportunidad y que se había hecho todo lo que estaba en nuestra mano para ayudarles. La ECMO no cura, la ECMO proporciona tiempo, y en muchas ocasiones (aunque desgraciadamente no en todas) es un tiempo que puede salvar la vida.
